lunes, 25 de junio de 2012

El poder de una pregunta: anécdota.


Se ha planteado de diferentes formas y usando diversos enfoques: ¿cuál es el poder de una pregunta...???

Se ha escrito que hay que aprender a respetar y apreciar el poder que tienen las preguntas enfatizando en su uso como mecanismo de conciencia, de reflexión o de instrospección. Se ha escrito de la pregunta como forma alternativa de pensamiento creativo, como sistema de dudas creadoras. Se ha tratado de definir su rol dentro del marco emocional y se ha tratado de definir a base de sus alcances: desde la pregunta directa sobre lo utilitario hasta la pregunta retórica que busca no contestaciones sino reformulaciones filosóficas. Es una forma de abordar desde lo trivial hasta la suprema definición de la calidad y la excelencia.

Hay teorías de las preguntas como si fuesen puertas o ventanas: preguntas cerradas que permiten sólo sí o no, preguntas abiertas permiten obtener más información otorgando mayores latitudes a las respuestas. Hay las preguntas de sondeo que permiten descubrir métricas de sucesos y preguntas de entrevistas que hacen dibujos de sus sujetos.

Siete palabras claves: ¿Qué?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Quién?, ¿Por qué?, ¿Cuál? y ¿Cómo? que parecen ser estrellas principales que muestran rutas en la oscuridad de la noche del idioma.

Las preguntas y las interrogantes, su doctrina, son tema para rato sobre el rato de los temas.

Hoy cito una anécdota corta que interpreto como símbolo fehaciente del poder de la pregunta, es una historia real.

Es sobre la más importante, impactante y retante pregunta que se hizo en una tanda importante de trabajos legislativos del Congreso enfocados al mundo de las finanzas bancarias.

El flamante principal ejecutivo bancario Jaime Dimon ha estado bajo la palestra pública desde que la empresa que dirige JP Morgan reveló haber incurido en un negocio multimillonario fracasado. El revuelo ha sido tal que citado ante una comisión congresional para que contestara los emplazamientos de diversos congresistas sobre dicha empresa y su desempeño fallido.

Se ha comentado que el estilado ejecutivo "se echó el Congreso en el bolsillo con sus respuestas ágiles". Lo menos que esperaba el CEO era que su Waterloo intelectual lo esperaba justo al terminarse la vista congresional que por su importancia era cubierta por todos medios principales y secundarios de prensa en sus diversos formatos.

Jamie Dimon testificó ante el Comité de servicios financieros durante dos horas.

Un madre soltera de tres hijos, de 37 años y empleada de mantenimiento, había viajado desde su hogar en Houston a Washington, DC, para hacer una simple pregunta.

Cuando la audiencia se levantó, Adriana Vásquez se acercó al sonriente ejecutivo que obviamente estaba disfrutando su desempeño ante los legisladores.

Vásquez está acostumbrada a hablar con ejecutivos en el JPMorgan Chase Tower, donde ella trabaja, no estaba intimidada. Pero dice que se "sentía extraña" cuando se acercó a la mesa.

Una pregunta simple:

"A pesar de los miles de millones que ganó el año pasado, ¿por qué le niega a quienes hacen limpieza de sus edificios y oficinas un salario digno?"

Dimon reaccionó como víctima de atentado terrorista. Sus acompañantes visiblemente nerviosos vieron la cara del CEO que había desafiado la inteligencia del Congreso desencajarse, el locuaz paladín de las finanzas interrnacionales con las cámaras enfocadas en la escena, titubeaba, miraba de lado a lado mientras la humilde mujer en un vestido en rojo pero de elegancia casera y casual lo miraba fijamente, segura de si misma y segura de lo importante de su interrogante.

No pudo contestarle, tras horas de preguntas sobre economía, banca y finanzas al final hubo una simple pregunta que no pudo contestar.

"Llama a mi oficina", respondió Dimon notablemente herido en su ego de Adonis bancario salió tropezando con sus propios ayudantes sin saber en qué dirección estaba la salida.

Vásquez y más de 3.000 de sus colegas en Houston están pidiendo a los propietarios de edificios y sus contratistas que consideren la demanda de subir a 10 dólares la hora su salario durante los próximos tres años.

Los conserjes actualmente reciben n un salario de $8.35 y ganan un promedio de $8.684 anualmente, a pesar de limpiar las oficinas de algunas de las corporaciones más grandes y poderosas del mundo — Chevron, ExxonMobil, Wells Fargo, Shell, JPMorgan Chase y otros.

La gente no se da cuenta cuán duro es su trabajo.

Ella limpia baños de once pisos, cinco noches por semana. Describe el trabajo de esta manera: antes de empezar, ella se asegura que su carro es abastecido con productos químicos y suministros. Después  literalmente corre. "Es como un maratón, no hay suficiente tiempo," dice. "Tengo sólo cinco horas para limpiar once pisos de baños. Dos por cada piso, y luego dos baños privados".

Vásquez dice que cada noche: "Significa limipiarar la suciedad y la mugre de los inodoros. Necesita dejarlo todo impecable,"ella dice. "Todo brillante — sin polvo en cualquier lugar. El lugar tiene que brillar".

Hay un número de mujeres mayores de 60 que trabajan en su edificio. Ella se preocupa por ellas, "Llevan cargas excesivas — literalmente dos carritos de basura porque no hay suficiente tiempo para hacer el trabajo," dice Vásquez. "Y las aspiradoras que usamos — tenemos que ponerlas en nuestras espaldas. Tan caliente que es peligroso. Tengo 37 y es difícil para mí, así que esas mujeres mayores están teniendo un tiempo aún más difícil, pero que tienen que trabajar".

"Para protegerse de robos, los dueños de edificios y contratistas una distancia entre las personas," dice ella.

"Si un inquilino quiere darte un arreglo floral que sobra en la Oficina, o restos de comida o simplemente una botella de agua — nada — tenemos que ir a nuestros jefes y hacer papeleo. Así que ahora, cuando los inquilinos ofrecen, a menudo decimos, 'No gracias.'

Hacen casi imposible para que las personas que trabajan en el mismo edificio puedan interactuar como seres humanos."

¿Qué hará Jamie Dimon el mega-ejecutivo que ha podido enfrentar una crisis multimillonaria y que dirige una de las corporaciones financieras más grandes del mundo? De repente no supo.

 "Si no quieren prestarnos atención a nosotros, bien, mejor reciben el aviso porque vamos a hacerlos prestarnos atención,", dice Vásquez. "Les permitirá ver lo importante que somos para sus edificios — esos edificios no se limpian ellos mismos."

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