domingo, 17 de junio de 2012

El muelle...


Padre, vamos, ¿qué es ser padre? Anoto que puedo estar equivocado para muchos, ser padre es ser un muelle. Estructura de piedra, metales o madera, construida en dirección conveniente a la orilla del mar o un río navegable, que sirve para facilitar el embarque y desembarque de cosas y personas e incluso, a veces, para abrigo de las embarcaciones. Se acostumbra cuando las aguas son saludables, pescar en el muelle, se acostumbra cuando las vidas buscan salud, pensar y soñar en el muelle.

Entonces le pregunto al muelle sobre lo que considera ser su importancia, su aporte singular y colectivo: pausado como suelen serlo y hacerlo los muelles me contesta: mi poder reside en la realización de viajes. Yo no soy mis errores ni soy los errores de los destinos de los que se me acercan o me dejan. No puedo hacer nada solo sino fingir que con estar aquí es suficiente. En eso me entiendo muy bien con mis amigas las escaleras. La ilusión de la negación no es mío. No es ninguna vergüenza mi realidad, admito que las mareas juegan conmigo y que las olas pueden por ratos, a veces hasta largos, vencerme con su furia. Admito conocer de muelles que se han ahogado, muelles que se han destrozado, unos en instantes fugaces, otros con el largo paso de las lluvias, no somos perfectos.


Soy encrucijada surrealista porque la verdad cumplo con estar para ser quien soy pero con la angustia abrumadora de que soy solo parte del viaje y que raras veces me desplazo. Puedo despertar, cambiar mi mente, soltar mis fundamentos y pilotes, y creativo, audaz, y aventurero imaginarme barco dejando ir lo que ya no funciona y zarpar, pero la verdad es que la vasta mayoría de los viajeros y marineros prefieren que esté donde esperan que esté, y esté donde puedan contar conmigo cuando conmigo quieren o necesiten contar.

Yo estoy facultado por el intenso reconocimiento de la epifanía de las llegadas, las salidas, los saludos y las despedidas, y mi virtud es gratitud o alivio en reconocer el que llega, el que sale, el que saluda, el que se despide. Y cuando deseas hablar con el viento, escuchar las olas, hacer una cita con el sol o la luna, o meramente pensar, soy el muelle junto al mar, el río o un lago, y si acaso me escuchas, crujo en voz baja una tonada ante el batir del tiempo...

 roberto 'pachi' ortiz feliciano 17 de junio de 2012

1 comentario:

Roberto Ortiz-Feliciano dijo...

I hold it true, whate'er befall;
I feel it when I sorrow most;
'Tis better to have loved and lost
Than never to have loved at all.

Canto 27/ Tennyson