sábado, 18 de junio de 2011

Ante la ley... Kafka sobre la justicia...


Ante la Ley

Por Franz Kafka

Versión de Jorge Luis Borges, 27 de mayo de 1938 en "El Hogar"

"Hay un guardián ante la Ley. A ese guardián llega un hombre de la campaña que pide ser admitido a la Ley. El guardián le responde que ese día no puede permitirle la entrada. El hombre reflexiona y pregunta si luego podrá entrar. 'Es posible', dice el guardián, 'pero no ahora'. Como la puerta de la Ley sigue abierta y el guardián está a un lado, el hombre se agacha para espiar. El guardián se ríe, y le dice: 'Fíjate bien: soy muy fuerte. Y soy el más subalterno de los guardianes. Adentro no hay una sala que no esté custodiada por su guardián, cada uno más fuerte que el anterior. Ya el tercero tiene un aspecto que yo mismo no puedo soportar'. El hombre no ha previsto esas trabas. Piensa que la Ley debe ser accesible en todo momento a todos los hombres, pero al fijarse en el guardián con su capa de piel, su gran nariz aguda y su larga y deshilachada barba de tártaro, resuelve que más vale esperar. El guardián le da un banco y lo deja sentarse junto a la puerta. Ahí, pasa los días y los años. Intenta muchas veces ser admitido y fatiga al guardián con sus peticiones. El guardián entabla con él diálogos limitados y lo interroga acerca de su hogar y de otros asuntos, pero de una manera impersonal, como de señor poderoso, y siempre acaba repitiendo que no puede pasar todavía. El hombre, que se había equipado de muchas cosas para su viaje, se va despojando de todas ellas para sobornar al guardián. Éste no las rehusa, pero declara: 'Acepto para que no te figures que has omitido algún empeño.' En los muchos años el hombre no le quita los ojos de encima al guardián. Se olvida de los otros y piensa que éste es la única traba que lo separa de la Ley. En los primeros años maldice a gritos su destino perverso; con la vejez, la maldición decae en rezongo. El hombre se vuelve infantil, y como en su vigilia de años ha llegado a reconocer las pulgas en la capa de piel, acaba por pedirles que lo socorran y que intercedan con el guardián. Al cabo se le nublan los ojos y no sabe si éstos lo engañan o si se ha obscurecido el mundo. Apenas si percibe en la sombra una claridad que fluye inmortalmente de la puerta de la Ley. Ya no le queda mucho que vivir. En su agonía los recuerdos forman una sola pregunta, que no ha propuesto aún al guardián. Como no puede incorporarse, tiene que llamarlo por señas. El guardián se agacha profundamente, pues la disparidad de las estaturas ha aumentado muchísimo. '¿Qué pretendes ahora?', dice el guardián; 'eres insaciable', 'Todos se esfuerzan por la Ley', dice el hombre. '¿Será posible que en los años que espero nadie ha querido entrar sino yo?' El guardián entiende que el hombre se está acabando, y tiene que gritarle para que le oiga:

'Nadie ha querido entrar por aquí, porque a tí solo estaba destinada esta puerta. Ahora voy a cerrarla'."



Incansable pasa su vida rogando entrada. Se sienta afuera por días, meses y años. Hace intentos de ser admitido. Sacrifica todo lo que posee para sobornar al portero. Envejece, y le dicen mientras se acerca a la muerte que la entrada fue construida solamente para él y será cerrada ahora y siempre...



Kafka (1883-1924) llevó muchas veces a su ficción una interpretación fatalista al recrear las desigualdades del sistema de justicia según clases sociales. La ley o la justicia aparece como una entelequia terrible, grave, a menudo ausente para los más débiles. Esta situación ya se había recreado en ‘El Proceso’(1925) y ‘El Castillo’ (1922), novelas donde la oscuridad en la administración de justicia configura la tragedia del ser humano que no se resigna a la desigualdad y que busca la equidad en vano.

En este cuento la incógnita es la llegada ante la administración de justicia, que solo se niega al campesino, a pesar que este proclama conocer la igualdad de los hombres ante la ley. La búsqueda de justicia en este cuento es el error del campesino, quien vanamente insiste en acceder a la ley que se materializa como un constructo abstracto por fuerzas que le imponen esta condición.

La ley, para Kafka, es una entidad difusa para los ciudadanos más humildes, ellos saben que existe una sentencia que promulga la igualdad; pero en la práctica su derecho es cerrado por un poder mayor. La confianza del campesino es el error en su conducta que trae como sanción la inminencia de la tragedia: la muerte es el castigo por esperar, porque no se quiso resignar a abandonar su búsqueda de la justicia.



La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo. -Platón
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3 comentarios:

Roberto Ortiz-Feliciano dijo...

El debate se extiende: ¿cuántos actos inconstitucionales han sido legitimados?, ¿cuántas 'ilegalidades' se legalizan a fuerza de intereses económicos y discrímenes..?, ¿cuán en claro perjuicio y menoscabo del bien público opera el sistema judicial?, ¿vivimos en una sociedad pos-constitucional, en una sociedad pos-legal..?, y luego ¿qué...???

Ana E. Medina dijo...

Los jueces se han convertido en dioses intocables, cuya palabra es única y cierta, dando sentencias sin molestarse en averiguar la verdad, si no por lo que "aparenta" ser la verdad. Prejuiciados ante situaciones que se cree siempre son de una manera, discriminando en ocasiones sin dar la oportunidad de hablar. Una persona que va ante un tribunal sin abogado tiene una sola oportunidad de hablar y sobre eso que escucha toma una rápida decisión sin permitir ni una sola interrupción. Esto es experiencia vivida en más de una ocasión. De alguna manera hay que bajarlos de ese pedestal y exigirles que trabajen de acuerdo a lo que juraron defender, la justicia para todos por igual, siendo imparciales ante cualquier situación. Que la palabra integridad vuelva a tener sentido, así volveremos a tener confianza en la justicia de los tribunales.

Roberto Ortiz-Feliciano dijo...

Franz Kafka, nace Praga, Bohemia (entonces perteneciente a Austria) el 03 de julio de 1883, muere el 03 de junio de 1924 en un sanatorio en Kierling, Austria, cerca de Viena.
http://www.kafka-online.info/

Durante su vida, Franz Kafka quemó se estima que un 90 por ciento de su trabajo. Después de su muerte a la edad de 41, en 1924, fue descubierta una carta en su escritorio en Praga, dirigida a su amigo Max Brod. "Querido Max," comenzaba. "Mi última petición: todo lo que dejo detrás de mí... en el camino de diarios, manuscritos, cartas (propias y ajenas), bocetos y así sucesivamente, debe ser quemado sin leerse." Menos de dos meses más tarde, Brod, ignorando la petición de Kafka, firma un acuerdo para preparar una edición póstuma de novelas inéditas de Kafka. "El juicio" salió en 1925, seguido por "The Castle" (1926) y "Amerika" (1927). En 1939, llevando una maleta rellena con papeles de Kafka, Brod sale para Palestina en el último tren en abandonar Praga, cinco minutos antes de que los Nazis cerraron la frontera checa. Gracias en gran parte a los esfuerzos de Brod, el cuerpo de la obra del enigmático Kafka gradualmente fue reconocida como uno de los grandes monumentos de la literatura del siglo XX.

El contenido de la maleta de Brod, mientras tanto, se convirtió en sujeto de más de 50 años de disputas legales. Mientras que unos dos tercios de la obra de Kafka finalmente encontró su camino hacia la Biblioteca de Oxford, el resto — se cree que incluye dibujos, diarios, cartas y borradores — se quedó en posesión de Brod hasta su muerte en Israel en 1968, cuando pasó a su secretaria y presunta amante, Esther Hoffe. Después de la muerte de Hoffe a finales de 2007, a la edad de 101, la Biblioteca Nacional de Israel desafía la legalidad de su testamento, que legaba los materiales a sus hijas septuagenarias, Eva Hoffe y Ruth Wiesler. La biblioteca está reclamando un derecho de los documentos bajo los términos de la voluntad de Brod. El caso se ha prolongado. Si el tribunal falla en favor de las hermanas, estarán libres de seguir los planes de Eva de vender algunos o todos los documentos al archivo de literatura alemana en Marbach. También será libres de mantener lo que no venden en sus bóvedas múltiples de bancos suizos e israelíes y en el apartamento de Tel Aviv que Eva comparte con un número incalculable de gatos.

La situación es realmente kafkiana, reflejando, quizás, la extrañeza de la idea de que Kafka pueda ser propiedad privada de alguien. ¿No es eso lo que demostró Brod, cuando ignora a Kafka: que obras de Kafka no eran propiedad privada de Kafka, por el contrario, pertenecían a la humanidad?
http://www.nytimes.com/2010/09/26/magazine/26kafka-t.html?_r=2&ref=books

"Lo cotidiano en sí mismo es ya maravilloso. Yo no hago más que consignarlo." -Kafka

Kafka vive y vive atemorizado, perseguido y atormentado.
http://losretosdigitales.blogspot.com/2011/12/kafka-vive-y-vive-atemorizado.html

La segunda metamorfosis: una idea poskafkiana...
http://losretosdigitales.blogspot.com/2012/06/la-segunda-metamorfosis-una-idea.html