Hoy 22 de junio de 2011 sale publicado:
De los 3,725,789 habitantes de Borínquen según los números del Censo del 2010, casi dos millones -exactamente 1,940,618- son del sexo femenino. Y según esos mismos resultados, ciudades como San Juan, Bayamón, Carolina, Ponce y Caguas -de las principales del país- cuentan con más de 75,000 damas entre su población. Podría ser esa la razón por la que dichos municipios son precisamente de los principales de la Isla o simplemente hay más mujeres allí porque están en áreas de mucha densidad poblacional. (ElNuevodía)
La información es siquiera una silueta a grandes rasgos de la presencia soioeconómica de la mujer en Puerto Rico. Nos urge calificar dichas cifras que lo hacen es cuantificar la presencia femenina, veamos:
El 60% de los que viven en pobreza absoluta -- eso es en el borde de hambre – son mujeres. Pero el cuadro es aún peor: 68.5% de todas las madres solteras con niños menores de 18 años viven en la pobreza.
En cuanto al dato de la falta de recursos económicos, entre 2006 y 2008 un total de 545.000 niños vivía en Puerto Rico en la pobreza, es decir en una familia con menos de 21.834 dólares al año, es decir el 56 por ciento de los menores en Puerto Rico vive en la pobreza.
En el 2006, de acuerdo con los datos provistos por el Departamento de la Vivienda, los porcentajes de familias encabezadas por mujeres en los residenciales se mantenían sobre el 80% en muchos municipios y sobre el 70% en todos.
La brecha que separa a los hombres de las mujeres atrapados en el ciclo de la pobreza ha seguido ampliándose, fenómeno que ha llegado a conocerse como "la feminización de la pobreza". Las mujeres ganan como promedio sustancialmente menos de lo que ganan los hombres y por otro lado las oportunidades de promoción profesional son igualmente dominadas por los hombres.
Una manera de caracterizar la situación es decir que una tipificación social frecuente en la sociedad puertorriqueña es la de una mujer urbana, pobre, madre soltera.
La mitad de las mujeres empleadas son solteras, viudas, divorciadas o no conviven con su esposo; en contraste, dos tercios de los hombres empleados son casados y conviven con su pareja.
El nivel educativo de las mujeres en el mercado de empleo es mayor que el de los hombres.
El 27% de las mujeres empleadas tienen entre 35 y 44 años.
La mediana de ingresos de las mujeres empleadas en 1999 fue de $15,700, un 8% menor que la de los hombres ($17,100).
La tasa de participación, es decir, la proporción de mujeres con empleo y que se consideran desempleadas sobre el total de mujeres en edad laboral (mayores de 16 años), se sitúa hoy casi en el 38%; esto significa que dos de cada cinco mujeres participan activamente en el mercado de empleo. Esta cifra contrasta con la tasa del 28% registrada, de una manera muy constante, entre 1970 y 1985.
En 1966, el 20% de las madres con niños trabajó fuera del hogar. Para finales de los 90, la proporción se había elevado al 60%.
Todos los indicadores económicos actuales y las políticas laborales no incluyen este trabajo. Las medidas de productividad tales como GDP (producto interno bruto) no incluye las actividades fundamentales que contribuyen al bienestar humano.
El trabajo de cuidar la gente y de mantener una ambiente familiar sobre todo por mujeres en hogares no se incluye como "trabajo productivo."
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