Anticipo lo que propongo como mi tarea de hoy: voy a redactar una mirada de un barco que se bate con enormes olas y siente sus velas desgarrarse con vientos enloquecidos, se ha perdido entre las nubes el horizonte. Hace agua la nave, si no se atienden los agujeros es inevitable el hundirse. El timonel gira buscando posicionar la proa de manera que los golpes del agua sean los menores, se olvida en estas instancias la ruta y la mera sobrevivencia impone tareas ineludibles.
El capitán y sus oficiales han asegurado sus botes y arrimado a sus más allegados por si la crisis desemboca en tragedia salvarse, mientras esto ocurre la tripulación que labora para evitar el desastre no deja de notar que el capitán y su grupo se han olvidado de sus responsabilidades inmediatas. No hay amotinamiento aunque razones pueden haber, hay la callada actitud de ante todo y a pesar de todo salvar la nave, que se escape el cobarde piensan, los que quedemos salvaremos el barco que semejante nave aunque sufra los embates puede sobreponerse a la tormenta como lo ha hecho en el pasado.
Cabos sueltos se amarran, velas rotas se remiendan, rotos se tapan, agua en el barco se saca con baldes y el cargamento innecesario se bota, nada agradable, nada fácil, pero no es imposible y es el credo del marinero en su reto de vida.
Ya vendrá la calma y puede ser solo temporera, ese espacio casi muerto en el que el gris se adueña del cielo, desaparecen las ventoleras y el calor de vivir al borde de los peligros hierve la sangre. En ese momento la nave se convierte en inquieta colmena de trabajos remediativos, no hay descanso en el descanso aparente de las furias.
Eso si, entre las cosas que decidir, con quienes queden hay que trazar la ruta nueva aunque de repente ni siquiera se sepa dónde ha sido llevada la nave por la demencia huracanda. Venga la brújula, venga el temple, en espera de estrellas en una noche oscura y larga. Nuestra tarea de hoy que anticipo como propuesta es imaginarnos Puerto Rico velero, con los que estemos a bordo navegaremos... bitácora inconclusa...
roberto 'pachi' ortiz feliciano
Anotación.
la brújula no la maneja el capitán, la maneja el navegante que es miembro de la tripulación, hasta sin rumbos claros antes que direcciones y destinos hay que comprometerse a salvar la nave porque hundidos no hay sino tratar de nadar en aguas tormentadas que de seguro es la muerte de casi todos, observamos cautos y diligentes la actitud traicionera de los oficiales que se aprestan a abandonar la nave...
...el cuento dice lo que dice, de tu parte imaginarte e interpretar lo que creas, perdido si no lo dice, no lo dice, perdido puede ser perdido como no saber donde se encuentra, eso tal vez se infiere, perdido puede ser como inevitable destino maldito y funesto, yo percibo en todo el cuento un aire de esperanzas pero tu dirás... al fin y al cabo eres miembro de la tripulación...
4 comentarios:
Hermoso, y muy significativo... Y a la vez doloroso...
Gran metáfora, la diferencia es que quien lleva la nave no tiene brújulas y va de forma suicida y fanática directo hacia los arrecifes, hay que tomar el timón, y aprender a leer de las estrellas, para eso se necesita amar y tener un rumbo claro.
Crónicas de un pueblo a la deriva.
quien se atreve a tomar el timon??? cuantos somos? estamos paralizados por el miedo y haciendonos los ciegos... en "survival mode"... yo no me bajo del barco que va...
Publicar un comentario