Lo cierto es que el tema de esta nota lo trato porque escuchando un análisis de la situación política puertorriqueña he quedado impactado por la opinión de un alegado comentarista. En un alarde de sexismo machista el lcdo. Ivan Rivera en Radio Isla dice que un candidato gubernamental para ganar tiene que ser guapo y estuvo “caracterizando” que si tal o cual puede ganar basado en ese criterio. De entrada este tipo de planteamiento subestima a las mujeres aunque sea de manera ambivalente o velado. Es como escuchar comentarios de la mujer que “está buena” y a base de esa clasificación estereotipada otorgar características y potencialidades.
Hablemos de sexismo: El sexismo, los prejuicios o la discriminación basados en el sexo o el género, especialmente contra las mujeres y las niñas, imponen límites a lo que las mujeres y las niñas pueden y deben hacer. El sexismo más común en una sociedad es el aplicado contra mujeres y niñas porque funciona para mantener el patriarcado, o la dominación masculina, y simplifica (trivializa) las personalidades femeninas. El sexismo, incluso cuando es leve, funciona para oprimir a las mujeres y las niñas sobre la base del sexo o el género. Tal opresión generalmente toma las formas de explotación económica y dominación social. Los comportamientos, las condiciones y las actitudes sexistas perpetúan los estereotipos de los roles sociales (de género) basados en el sexo biológico. Una forma común de socialización basada en conceptos sexistas enseña narrativas particulares sobre los roles de género tradicionales para hombres y mujeres. Según ese punto de vista, las mujeres y los hombres son opuestos, con roles ampliamente diferentes y complementarios: las mujeres son el sexo débil y menos capaces que los hombres, especialmente en el ámbito de la lógica y el razonamiento racional.
Hay un lado aún más oscuro de la discriminación de género. La forma extrema de la ideología sexista es la misoginia, el odio de las mujeres.
Incluso si no está familiarizado con estos términos, probablemente los haya presenciado o experimentado. El sexismo ambivalente se refiere a las actitudes que consideran a las mujeres y los hombres en roles estereotipados.
No se deje engañar: incluso el sexismo ambivalente no es aceptable, y puede o intenta perpetuar una cultura que caracteriza a las mujeres como flores delicadas y tontas, y los hombres como machos sensuales. Sus efectos son negativos para las personas de todas las identidades de género.
En un comentario final debo admitir que este tipo de propuesta ciertamente permea las expresiones publicitarias que vemos a diario.
- pachi/ROF
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