Podríamos decir que fue advertido que la Deforma laboral era un disparate desde sus inicios, podríamos señalar que ese tipo de estrategia neoliberal había sido duramente criticada hasta por organizaciones empresariales como el FMI, el Banco Mundial y la OCDE por haber contribuido a empeorar la crisis y podríamos citar cómo y cuánto fracasó en lograr sus supuestos objetivos. Pero eso lo sabemos, que lo reconozca el gobierno es importante aunque tal vez bastante atrasado. Lo que sucede es que todo se ha empeorado con la pandemia.
La crisis del COVID-19 es principalmente una emergencia de salud pública, pero sus consecuencias han demostrado que es mucho más que eso. Si bien existe la sensación de que la pandemia es un fenómeno colectivo, la cruda realidad es que golpea con más fuerza a los más vulnerables. La falta de protección para los trabajadores está generando importantes impactos negativos en las personas, sus familias y comunidades, y, a su vez, en la sociedad.
Hechos:
1) La vulnerabilidad y el empleo precario de los trabajadores expone desigualdades profundamente arraigadas;
2) Falta de salvaguardias adecuadas para proteger los derechos de los trabajadores: salud y seguridad ocupacional, acceso a beneficios y voz de los trabajadores; y,
3) Los trabajadores asalariados sin protecciones laborales, son trabajadores esenciales hoy.
La pandemia y los cierres posteriores han alterado la vida de los trabajadores en todos los sectores y geografías. Estas interrupciones han enfatizado la vulnerabilidad y la situación laboral precaria de los trabajadores y han expuesto la falta generalizada de las salvaguardas adecuadas necesarias para proteger a los trabajadores y hacer cumplir sus derechos en tiempos de crisis. El dato estipulado es que.fue amplificada la crisis precisamente por la Deforma laboral anti-trabajador que incluso antes de la pandemia se manifestaba sin un resultado positivo en términos de creación de "nuevos" puestos de trabajo a pesar de “sacrificar” los empleos existentes.
Ni hablar de lo “indigno” de los salarios y su inhabilidad de aportar para condiciones adecuadas de vida.
Las pérdidas de puestos de trabajo causadas por la pandemia también han puesto de relieve las difíciles condiciones en las que viven los trabajadores, sobreviviendo a duras penas de cheque de pago a cheque de pago, incapaces de ahorrar y, en muchos casos, dependiendo de ayudas estatales para subsistir.
Para aquellos trabajadores que perdieron sus trabajos o enfrentaron reducción de horas, ha habido una divergencia, muchos se quedaron sin acceso a atención médica o apoyo financiero. La precaria situación de los trabajadores vulnerables, con pocos o ningún ahorro, grandes deudas y sin una red de seguridad social significa que muchos no podían mantenerse a sí mismos ni a sus familias.
Todas estas situaciones se agravaron por la Deforma laboral.
Eso se manifiesta de varias maneras: por ejemplo, cuán inadecuados son nuestros apoyos para los trabajadores en términos de seguro de desempleo, cuán inseguros de permanecer están en sus puestos de trabajo y cuán difícil hasta imposible tener programación de itinerarios laborales que les facilite las vidas.
Solo mire las circunstancias desesperadas en las que se han encontrado los trabajadores. Esa ha sido la realidad para muchos trabajadores. La otra cara que se ha expuesto es que para los trabajadores que se han considerado imprescindibles y han trabajado durante esta crisis, la poca protección que tienen en el lugar de trabajo para poder defenderse, que sus condiciones son inseguras y que no se les paga adecuadamente por el trabajo importante que realizan.
Por todos lados, lo que estamos viendo de muchas maneras es cómo el sistema de legislación laboral les ha fallado a los trabajadores. Ha demostrado lo mal que está nuestro sistema de derecho laboral, lo esencialmente injusto e ineficiente que es, es decir, que nuestro sistema no le da voz a los trabajadores para que el único recurso que tengan los trabajadores sea salir a protestar a la calle por las pocas oportunidades que tienen para una institucional estructura de comunicación y negociaciones efectivas.
La otra cosa es que la crisis la están soportando de manera desproporcionada las mujeres, lo cual es otra falla de nuestro mercado laboral y nuestro sistema de legislación laboral. En otras palabras las peores pagadas, que sufren una brecha de género en cuanto a ingresos, las más discriminadas y muchas veces hostigadas, a quiénes menos defiende nuestro sistema laboral son las mismas que cargan con el mayor peso de carga de la pandemia. Las mujeres son trabajadoras consideradas imprescindibles, pero la ley no las ha trata como imprescindibles ni ha reconocido su doble responsabilidad como cuidadoras de la familia. No tienen derechos básicos en sus empleos informales o la ley no aborda adecuadamente su situación. Para muchas mujeres que se encuentran en industrias esenciales, la legislación laboral actual es particularmente discriminatoria. Realmente casi no tienen acceso para actuar colectivamente y la ley lo que reconoce es la preponderancia de los empleadores y, por lo tanto, no les da poder para mejorar su situación en el trabajo.
Es casi impensable que el sistema parezca favorecer la necesidad eventual de una huelga de madres trabajadoras para que logren consideraciones favorables.
De manera que estamos viendo esta realidad que mucha gente conocía intuitivamente, pero es de esperar que más gente entienda ahora, y es que es difícil separar los problemas económicos, los problemas de salud pública y los problemas de bienestar con el sistema de derechos.
No es un accidente que la mayoría de las personas que se enferman y mueren sean ancianos pobres que dependen de estas mujeres trabajadoras mal pagadas con exceso de trabajo para su cuidado.
En la mayoría de los países europeos eso es diferente, ya sea porque han adoptado un enfoque diferente para tener acuerdos para pagar los salarios durante este tiempo para que los trabajadores mantengan sus puestos de trabajo, o porque hay sindicatos y organizaciones de trabajadores, como es el caso en algunos países escandinavos, que en realidad ayudan a administrar el sistema de seguro de desempleo. Es muy, muy diferente de lo que tenemos aquí.
En Alemania, y probablemente en otros países europeos, existe una mesa de negociación sectorial para los trabajadores hasta de la comida rápida. Muy rápidamente en la pandemia, hubo un acuerdo entre el gobierno, los empleadores y los sindicatos de que los trabajadores recibirían alrededor del 90 por ciento de sus salarios hasta con reducciones en sus jornadas.
Necesitamos confiar en que los trabajadores tengan el poder de proteger su propia seguridad y salud personal y familiar, y también la salud pública, podemos otorgar a los trabajadores ese poder a través de un sistema de negociación colectiva, incluida la negociación sectorial.
Dicho esto, las negociaciones sectoriales sobre seguridad y salud no son suficientes. También necesitamos las voces de los trabajadores sobre los problemas en el lugar de trabajo.
Todas estas situaciones se agravaron por la Deforma laboral.
No es asunto de enmiendas sino de derogar esa monstruosidad anti-laboral.
Tal vez la metáfora es la escena de las angustias de filas interminables para solicitar lo que por ley federal tienen derecho lo demuestra grotescamente.
No es fortuito que ante el descalabro del sistema educativo y ante retos tanto nutricionales como educativos al tener menores en sus casas sobretodo estas mujeres trabajadoras se encuentren atrapadas en un injusto ciclo vicioso y excesivo de trabajo.
Repito no es noticia el fracaso estrepitoso de la Deforma laboral, entonces deroguemos ese engendro de malas estrategias y hagámoslo ya.
Pachi Ortizfeliciano